¿Puede una industria que mata a 8 millones de personas al año ser “sustentable”?

Fecha de publicación: miércoles, 1 de junio de 2022

Por: Yahir Acosta Para: Animal Politico

Sabemos que la industria del tabaco se relaciona con impactos negativos a la salud pública. Por ejemplo, la mayoría de las personas que fuman tendrán cáncer y 1 de cada 2 fumadores se convertirá en parte de los 8 millones de muertes al año ocasionadas por el cigarro.

Pero los impactos ambientales son menos conocidos y son tan fatales para el planeta como fumar para los pulmones de las personas. Por eso este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos ha invitado a reflexionar sobre este tema con motivo del Día Mundial Sin Tabaco 2022, a conmemorarse este 31 de mayo, lanzando la campaña: «El tabaco, una amenaza para nuestro medio ambiente».

En efecto, expertos como Andy Rowell, de la Universidad de Bath en Reino Unido, han señalado que el impacto ambiental del tabaco que se detalla aquí, es equivalente a 80 millones de toneladas de CO² y supera a las emisiones de una empresa petrolera, como Shell y Chevron.

Pero el impacto ambiental no solo se mide en emisiones de CO². Deforestación, contaminación del agua, generación de residuos sólidos tóxicos, pérdida de biodiversidad. Hace 2 semanas, al hablar sobre este tema, el director de Promoción de la Salud de la OMS, Rüdiger Krech, señaló que los investigadores han encontrado colillas de cigarro parcialmente digeridas en 70% de aves marinas y 30% de las tortugas estudiadas.

La industria tabacalera ha reaccionado creando campañas de relaciones públicas para que se les asocie con la sustentabilidad e incluso el combate al cambio climático y hasta con beneficios a la salud derivados de sus nuevos productos electrónicos. ¿Puede una industria que mata a 8 millones de personas al año ser “sustentable”?

La industria del tabaco cree que . Por cierto, la industria de las armas también lo cree. Por eso han creado balas verdes, sin plomo y “amigables con el medio ambiente”, e incluso estudian cómo poner semillas en los casquillos para que las balas, después de usarse, puedan florecer. Visto así, no parece coincidencia que las balas y los cigarros utilicen estrategias de greenwashing para engañar a sus consumidores y al público en general. Las dos industrias matan y las dos industrias desean ser sustentables, aunque este es un concepto reservado al bienestar y a la vida.

Pero, ¿y el cigarro electrónico? La nueva solución propuesta por la industria tabacalera es más contaminante aún. El cigarro electrónico y los vapeadores contienen plástico, sales de nicotina, metales pesados, mercurio, plomo y litio que contaminan las vías fluviales, los suelos y la fauna.

El costo social de tener colillas y desechos electrónicos en las calles, en los ríos, playas y mares tiene un impacto ambiental catastrófico. Cada año se desechan 4.5 billones de colillas en el mundo y tan solo una colilla puede contaminar de 8 a 10 litros de agua salada y hasta 50 litros de agua dulce. Las colillas no son biodegradables y les toma hasta 10 años irse destruyendo, y al hacerlo generan microplásticos que ya son parte de la cadena alimenticia de especies marinas como almejas y ostiones, que eventualmente serán consumidos por humanos.

Lo cierto es que todos podemos hacer algo. Disminuir o dejar de fumar es la mejor manera en que los consumidores pueden contribuir a la solución del problema. Desde la sociedad civil y la academia debemos investigar y hablar sobre tres cosas: 1) el impacto de la industria del tabaco en el medio ambiente; 2) los esfuerzos de la industria por maquillar o esconder su impacto ambiental, y 3) promover políticas públicas y cambios a la legislación para disminuir, gestionar y remediar el impacto ambiental.

Por su parte, los gobiernos tienen a la mano diferentes herramientas de política pública. A nivel municipal, ciudades como Barcelona y Nueva Jersey aprobaron una regulación que prohíbe fumar en sus playas, mientras que San Francisco cobra 1 dólar  por cada cajetilla para financiar la recolección de las colillas en la ciudad. A nivel federal, debe atenderse el llamado a los gobiernos hecho por la OMS y por STOP, una organización vigilante del control del tabaco, para prohibir la publicidad engañosa.

En México celebramos que en febrero de 2022 se publicó una reforma a la Ley General para el Control del Tabaco, con lo cual se avanza significativamente en la legislación nacional, pero aún quedan pendientes algunos puntos fundamentales que se deben aterrizar en su Reglamento, que está en proceso de ser modificado. Una vez terminado este proceso, México debe dar el siguiente paso y buscar aumentar los impuestos, aumentar los espacios públicos donde no se puede fumar y adoptar el empaquetado neutro. La federación, los estados y los municipios son parte fundamental de la solución.