¿Es hora de crear nuestros propios huertos?

Fecha de publicación: martes, 27 de febrero de 2024

Por: Juan Felipe Santana Para: Animal Político

El año pasado, en México, productos como la cebolla, tomate, frijol y limón experimentaron un aumento en sus precios. Entre las razones se encuentran las persistentes sequías (que afectan al 61.59 % del territorio), heladas y otros eventos meteorológicos. Según el INEGI, en 2023 los alimentos acumularon una inflación del 6.05 por ciento. Basta con dar una vuelta por nuestro tianguis o mercado más cercano para percatarnos de ello. Ahora, el encarecimiento de los alimentos contribuye a la inseguridad alimentaria. En 2022, 3 de cada 10 personas experimentaron algún grado de inseguridad alimentaria, en especial mujeres e infancias. Ante este panorama y las contradicciones del gobierno con la apuesta en combustibles fósiles, surge la necesidad de encontrar alternativas, como la construcción de huertos urbanos.

¿Cómo hacerlos? O sí aún lo dudas, ¿por qué deberíamos hacerlos? Sigue leyendo, quizás estas razones te convenzan y te animes a crear tu propio huerto urbano.

El paso uno, y tal vez uno de los más importantes, es decidir el lugar donde cultivaremos. Hay que considerar la tendencia a la minimización del espacio en las ciudades y el constante calor al que estaremos expuestos. El año 2023 fue el más cálido registrado hasta ahora, con un aumento de un grado centígrado en los doce meses. 1 Esto resalta la tendencia continua de temperaturas récord y el aceleramiento del cambio climático, lo que provoca cambios en las precipitaciones, mayores sequías y consecuencias significativas para la salud, la seguridad alimentaria, la disponibilidad en agua y, literalmente, nuestra cotidianidad.

Luego, sigue determinar el tipo de huerto (vertical, en tierra, en cajas o macetas). Esto dependerá del espacio disponible y de lo que queramos cultivar. Según estimaciones de la UNAMcultivos como maíz, sorgo, trigo y caña de azúcar, que constituyen el 65 % del área cultivada en México, podrían enfrentar reducciones del 5 % al 20 % en los próximos veinte años, con descensos pronosticados de hasta el 80 % hacia finales de siglo para algunos cultivos. Actualmente, 23 estados producen más de una tonelada por hectárea; sin embargo, para las próximas décadas, solo 11 podrían mantener este nivel, suponiendo que se resuelva el problema del agua y que se preserven las semillas nativas.

Siguiente: ¿qué plantas y semillas debemos cultivar? ¡Las que mejor se adapten al lugar donde te encuentras! Aunque algo es cierto: alimentos básicos en la dieta mexicana, como el maíz, se encuentran en peligro. En un escenario desafiante para la seguridad alimentaria en México, la inacción ante el cambio climático conlleva pérdidas económicas desigualmente distribuidas. Un 69 % de estas pérdidas proviene de cultivos temporales y cíclicos, constituyendo aproximadamente el 74 % de nuestra agricultura. Cultivos esenciales como maíz, limón, frijol, aguacate, caña, fresa, granada, guayaba, jícama, mandarina, melón –llévele, llévele-, entre otros, se volverán más costosos cada temporada. En el último año, las familias mexicanas destinaron, en promedio, un 37.7 % de su gasto total (60,263 pesos trimestrales) a la compra de alimentos. Esta distribución es desigual, ya que las personas más vulnerables asignan el 51.1 % de su presupuesto en alimentos, en comparación con el 28.3 % en hogares de mayores ingresos. La inseguridad alimentaria afectará a todos, pero golpeará aún más a los más vulnerables. ¡La desigualdad se profundiza con el cambio climático!

Ahora, tras la siembra, surge la necesidad de cuidar el huerto, especialmente controlando plagas, siendo la más significativa el capitalismo fósil. Este sistema, arraigado en la explotación intensiva de hidrocarburos, es impulsado por un modelo económico basado en el despojo y la explotación, tanto de la tierra como de las personas, y ha generado un proceso acumulativo de emisiones contaminantes en los últimos 250 años. La extracción masiva de combustibles fósiles ha impulsado industrias y actividades de dimensiones sin precedentes. 2 Las disparidades se reflejan a nivel de clases sociales, donde el 50 % de la población mundial en pobreza es responsable del 10 % de las emisiones, mientras que el 10 % más rico genera casi la mitad de las emisiones globales. Esto subraya la intersección entre el cambio climático y las desigualdades sistémicas.

Finalmente, hay que dejar crecer y cosechar. El acto de comenzar un huerto urbano es también un acto de soberanía alimentaria que emerge reivindicando la autonomía y la capacidad de acción de las colectividades y de las personas. Un huerto diversifica y aborda injusticias, desigualdades, abusos de derechos y opresiones históricas y emergentes. La lucha por esta transformación implica sembrar semillas, permanecer arraigados en los territorios (incluso en las ciudades), preservar las comunidades y sus conocimientos, celebrar cada cosecha, reconocernos como seres interdependientes y ecodependientes. En este camino se construye la resiliencia, la equidad y la sostenibilidad a nivel local. Estos enfoques pueden ser fundamentalmente importantes para avanzar hacia un sistema alimentario más justo, equitativo y sostenible.

La justicia climática es colectiva, política, insurgente y de cuidado, porque otros mundos son posibles.

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1 También se estima que existe  una probabilidad del 66 % de que la temperatura media anual entre 2023 y 2027 supere en más de 1.5 °C los niveles preindustriales, durante al menos un año.

2 Según Richard Heede, la carga histórica del calentamiento global recae principalmente en unas pocas petroleras privadas y estatales. De las 90 entidades responsables del 63% de las emisiones totales en 2010, las principales corporaciones incluyen a Chevron, ExxonMobil y Saudi Aramco. La concentración del impacto ambiental en estos actores destaca el papel crucial del capitalismo en la génesis del cambio climático.