El resultado de las elecciones: toneladas de basura
jueves, 30 de mayo de 2024
Por: Emiliano Montes de Oca y Raizza Omara Morán Para: Animal Político
A días de concluir con el periodo de campaña electoral, las ciudades del país se encuentran abarrotadas de publicidad electoral. Lejos de conocer la trayectoria o las propuestas de las personas candidatas, vemos una competencia de rostros photoshopeados y nombres pegadores, que pueden dar poca luz al electorado sobre la mejor opción para votar. Más allá de eso, es una realidad que toda esa propaganda impresa lo único que genera es basura, obstrucción de la visibilidad, contaminación visual y gasto.
De acuerdo con la Fundación por el Rescate y Recuperación del Paisaje Urbano (FRRPU), al término de esta jornada electoral se prevé que la basura electoral alcanzará las 25 toneladas tan sólo en la Ciudad de México. Es una problemática preocupante, ya que como lo señala Ornela Garelli, campañista de Greenpeace México, los residuos de plásticos de un solo uso, como la propaganda electoral, han llegado prácticamente a todos los rincones de la Tierra, afectando al menos a 700 especies marinas, ocasionando problemas de salud pública y agravando la crisis de contaminación plástica.
La propaganda no sólo genera contaminación física (basura), sino que también genera contaminación visual. De acuerdo con Jorge Negrete, presidente de la FRRPU, al estar inmersos en una realidad en la cual la publicidad es tan excesiva e invasiva, nuestro cerebro lidia con eso a través del estrés.
Pero, ¿qué dice la ley? De acuerdo con la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, la propaganda electoral no puede colgarse en elementos del equipamiento urbano ni obstaculizar en forma alguna la visibilidad de los señalamientos que permiten a las personas transitar y orientarse dentro de los centros de población. Pese a esto, los partidos siguen colocando propaganda que obstaculiza la visibilidad y distrae a las personas al transitar.
De igual manera, la ley contempla que la propaganda impresa debe ser reciclable y elaborada con materiales biodegradables para que no dañe el medio ambiente. Respecto a esto, la Dra. Magdalena Trujillo, de la Unidad de Alta Tecnología de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, asegura que la propaganda que encontramos en las calles está hecha de polietileno, material con el que también se fabrican las bolsas de plástico de un solo uso, prohibidas ya en la Ciudad de México y en otras ciudades. De acuerdo con la especialista, este tipo de materiales tardan muchos años en degradarse, lo cual no compensa una exposición de una campaña electoral, que es de corta duración.
¿Qué podemos hacer? En otros países, las leyes reservan zonas específicas para colocar la propaganda electoral. Tal es el caso de España, cuyas leyes electorales especifican que los ayuntamientos tendrán la obligación de reservar lugares especiales gratuitos para la colocación de carteles. O Chile, cuya ley señala que sólo podrá realizarse propaganda electoral en los espacios que estén expresamente autorizados por el Servicio Electoral. Incluso se contempla que se puedan regular características más específicas como el tamaño y establecer el máximo de elementos de propaganda permitidos. En este sentido, en nuestro país la ley podría ser más estricta y establecer espacios reservados para la propaganda electoral.
Respecto al material con el que se realiza la propaganda impresa, la Dra. Trujillo propone como alternativa el uso de poliácido láctico (PLA) que, a diferencia del polietileno, se degrada mucho más rápido. De igual manera, como lo propone Jorge Negrete, los partidos políticos y sus candidatos podrían migrar hacia la propaganda en plataformas digitales, pues incluso representa mayor efectividad en la entrega de los mensajes. Podríamos también ser más radicales y prohibir el uso de propaganda impresa, hoy en día existen candidatos que han dejado de usar este tipo de propaganda y se han limitado a la comunicación digital y de boca en boca.
Como electores, es fundamental que no nos dejemos llevar por un rostro bonito o un nombre pegajoso. Debemos ser críticos, analizar a profundidad la trayectoria y las propuestas de las personas candidatas y entender las implicaciones económicas y medioambientales de la publicidad impresa para exigir opciones digitales o amigables con el ambiente. Busquemos que en las próximas elecciones, el resultado sea gobernantes capacitados y con propuestas reales y tangibles y no sólo toneladas de basura electoral.