El peso de lo ineludible: los gastos que consumen el presupuesto

lunes, 2 de junio de 2025

Por: Mireya Mondragón Para: Animal Político

El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), es la principal herramienta del gobierno federal para asignar recursos públicos y atender sus prioridades. Sin embargo, cada año una parte considerable del presupuesto ya está comprometida para cubrir obligaciones que no necesariamente se traducen en bienes o servicios directos para la población.

Este conjunto de compromisos son los gastos ineludibles, es decir, los pagos que el gobierno está obligado a hacer por ley. Se componen de cuatro grandes rubros: aportaciones y participaciones a estados y municipios; servicio de la deuda pública; pensiones, y transferencias a empresas públicas del Estado (Pemex y CFE), así como a  entidades de control directo (IMSS e ISSSTE). Antes de gastar en cualquier otra cosa primero hay que cubrir estos rubros. Si bien es cierto que el dinero alcanza para hacerlo, sobra muy poco para todo lo demás.

En 2024, los ingresos presupuestarios representaron el 22.1 % del PIB. Es decir, una vez cubiertos los gastos ineludibles, sólo quedó disponible el equivalente a 1.5 % del PIB para sectores clave para el desarrollo social y económico, como salud, educación, cuidados, medio ambiente e infraestructura, antes de tener que recurrir a más deuda.

Esta situación genera presiones fiscales, pues para 2025 se estima que los gastos ineludibles serán equivalentes a 20.5 % del PIB y que concentrarán el 79.8 % del PEF.

Para saber cómo hemos llegado a este escenario, basta con revisar el comportamiento de los gastos ineludibles en los últimos años. Su aumento ha sido sostenido: entre 2015 y 2024 crecieron 30.1 %, en términos reales. En 2024, ascendieron a 6.9 billones de pesos, lo que equivale al 77.1 % del gasto total y al 20.6 % del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en 2015 representaban el 71.6 % del gasto y el 17.5 % del PIB. Esto significa que hay cada vez menos margen del gobierno para hacer política pública y atender nuevas demandas sociales y económicas.


El rubro que más ha crecido es el servicio de la deuda pública, que incluye los pagos de intereses y amortizaciones del gobierno federal y de sus empresas (Pemex y CFE). De 2015 a 2024, este gasto aumentó 114 % en términos reales, duplicando su peso en la economía: pasó de representar el 1.8 % al 3.6 % del PIB. Esto no solo refleja un mayor nivel de endeudamiento, sino también un mayor costo de financiar la deuda.

El pago de pensiones también ha crecido de manera considerable. En total, aumentó 92.2% en términos reales y pasó de representar 3.3% del PIB en 2015 a 5.7% en 2024. Este aumento se debe en gran parte a las pensiones no contributivas, que han crecido 641.5% en dicho periodo, debido al aumento creciente de la pensión para adultos mayores y a la implementación en 2019 del programa de Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente.

Por su parte, el gasto en participaciones y aportaciones a entidades federativas –recursos que la federación transfiere por ley a los estados y municipios– creció 13.4 % en términos reales y fue el rubro que más recursos concentró dentro de los ineludibles: 6.6 % del PIB.

Finalmente, el gasto para empresas públicas del Estado y entidades de control directo, descontando deuda y pensiones, se redujo 10.4 % en términos reales y representó 4.8 % del PIB, debido principalmente a un menor gasto en Pemex.


Para que los gastos ineludibles tengan un menor peso y no representen una presión para las finanzas públicas, es urgente replantear la estructura del gasto público. No se trata solo de reducir lo ineludible, sino de revisar si esos compromisos están equilibrados con las necesidades de la población. Además, es indispensable incrementar los ingresos del Estado mediante una reforma fiscal progresiva, que permita recaudar más y así financiar un gasto más justo, equitativo y enfocado en el desarrollo.

Mientras los gastos ineludibles siguen creciendo, el espacio para impulsar políticas que mejoren el bienestar de las generaciones actuales y futuras se reduce. Si no se actúa pronto, el margen de maniobra será cada vez menor. El gobierno tiene la oportunidad y la responsabilidad de revisar la estructura del gasto y sentar las bases para unas finanzas públicas sostenibles.